Pedro Páramo: Obra del escritor jaliciense Juan Rulfo, escrita con gran acierto desde 1947 hasta la fecha que se consolidó como un libro en 1955.
En ésta se narra el acontecer del poblado de Comala o " Lugar de los Comales" de un nutrido número de personajes secundarios que se entremezclan en dialógos fantasmales, muchos de ellos atemporales que dotan a la narrativa de distintos matices, transiciones, sucesos, arrebatos, erotismo etc., todos ellos en continuo dialógo "mágico".
Así mismo se observa el contexto histórico de la obra que se situa en el México del siglo XX, cuando la mayoría del territorio mexicano era rural.
Por otra parte es relevante mencionar los diversos elementos que se encuentran en esta narración, por ejemplo la fauna, flora y personajes.
Lo interesante de la narrativa contemporánea es que transcurre en una dualidad: "...la realidad y la magia, lo manifiesto y lo oculto, entre la diafanidad y el misterio, entre el bien y el mal, entre lo real y lo maravilloso."
Así mismo la flora en los escenarios de Pedro Páramo surge como un retrato y que al incorporarse a los diálogos nos sugiere el olor a la tradicional herbolaria mexicana que se encuentra en muchas cocina de éste país:
"Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas: hojas de toronjil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guarde."
Así mismo ésta toma el papel de invasora de predios abandonados, desposeídos y en donde predomina la solitud de espacios:
" Fui andando por la calle real en esa gora. Miré las casas vacías; las puertas depostilladas, invadidas de yerba. ¿Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba? !La capitana", señor Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted"
Luego plantas como el Laurel adornan y coexisten con elemtnos como el agua : "Sonaba: plas, plas y luego otra vez plas, en mitad de una hoja de laurel que daba vueltas y rebotes metidas en la hendidura de los ladrillos. Ya se había ido la tormenta."
Y vuelve a surgir como invasora de hogares: "...dile que nos empreste un cernidor y una podadera: con lo crecidas que están las matas ya mero se nos meten en las trasijaderas."
También cumple la función de emitir ruidos junto con el viento que la roza, de esta manera rompe con el silencio de los dos personajes Miguel Páramo y Ana: "Los dos guardaron silencio por un rato. Se oía el aire tibio entre las hojas del arrayan".
Posteriormente en un instante narrativo describe la época del año en la que transcurre la escena: "Había chuparosas. Erá la época. Se oía el zumbido de sus alas entre las flores del jazmín que se caían de flores."
Así vemos como las flores y la fauna dotan a la escena de colorido y movimiento, cuando ambos coexisten se plasma lo efímero del tiempo narrativo.
Hace su aparición la flor de azahar de los naranjos que evidencia el transcurso de este lapso agradable y tibio que genera el olor y sabor: "...no sentir otro sabor sino el del azahar de los naranjos en la tibieza del tiempo."
Más adelante surge Damiana Cisneros habitante de la Media Luna y Caporala de sirvientas e incorpora de nuevo en su diálogo con Juan Preciado los elementos de flora: "Y en dias de aire se ve al viento arrastrando hojas de árboles, cuando aquí, como tú ves, no hay árboles. Los hubo en algún tiempo, porque sino ¿De dónde saldrían esas hojas?."
Y de nuevo la flora es víctima del viento agreste, aquel viento que dota de movimiento a hojas que bien pudieran no haber existido. Juan Preciado se encuentra solo ante la ausencia esporádica de Damiana y se dice para sí: "Las ventanas de las casas abiertas al cielo, dejando asomar las varas correosas de las yerbas."
De nuevo hay una transición de habitabilidad a abandono en el pueblo y en las calles, sólo ecos de una voz solitaria y la flora que resiste y habita las casas, invadiéndolo todo.
De otro modo surge la flora como medicamento herbolario que funge como tranquilizante: "--¡Tómelo! Le hará bien. Es agua de azahar. Sé que está asustado porque tiembla. Con ésto se le bajará el miedo."
Surge un monólogo
que pareciera que es ventilado, arrastrado por el viento en un lugar anhelado a pesar de la erosión del paisaje desolador de silencio y quietud. Un lugar que la flora representa árboles ausentes y hojas desperdigadas, arrastradas por el viento. El monólogo que describe un pueblo en dónde todo habitante depositaba sueños, y que se negaba a abandonar debido a auqe ahí se encoentraban sus recuerdos y sus añoranzas, sus muertos y su anhelada agreste y tranquila.Ésto lo podemos observar en las siguientes líneas: "Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y de hojas, como una alcancía donde hemos guardado nuestros recuerdos... sentirás que allí uno quisiera vivir por la eternidad."
Así mismo encontramos de nuevo al viento jugando con las ramas de un árboll inexistente que simula un rumor de gente en día de tianguis: "Un rumor parejo, sín ton ni son, parecido al que hace el viento contra la rama y un árbol en la noche cuando no se ve ni el árbol ni las ramas, pero se oye el murmorar."
Personajes como Susana aparecen bajo un aspecto lúgubre y evocando un flashback, recordando algunos elementos de la flora que dotan a esa narración de añoranza y épocas de bienestar: "Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio.". Luego dota al viento de una cualidad salvaje: "...removiendo el polvo y batiendo las ramas de los naranjos".y así el viento agreste vuelve a jugar con las guias de la yedra "...Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guias de la yedra.", para posteriomente continuar con la ficción de que su madre no pudiera apreciar los jazmines de las flores blancas y fragantes que ornamentaban su espacio al coexistir con el viento rudo que se colocaba entre las flores: "Me dio lástima que ella no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que se cerrara sus ojos a la luz de los días."
Surge el espacio cultural que es el tianguis, lugar en donde se comercia la herbolaria: "De Apango han bajado los indios con sus rosarios de manzanilla, su romero, sus manojos, sus manojos de tomillos. No han traido ocote porque está mojado, y tierra de encino porque también está mojada por el mucho llover. Tienden sus yerbas en el suelo, bajo los arcos del portal y esperan.".
Por otra parte al caer la lluvia en el valle de Comala se experimenta una atmósfera de desesperanza, pues todo lo inunda y los personajes varoniles intentan que no se lleve la milpa tierna y por ende la futura cosecha producto de arduo trabajo :" Los hombres no han venido hoy al mercado ocupados en romper los zurcos para que el agua busque nuevos cauces y no arrastre la milpa tierna.".
En otro escenario nos aparece una manzanilla que brilla debido al rocío de la lluvia :" Las manzanillas brillan salpicadas por el rocío.".
Por otra parte aparece el personaje de Justina Díaz yendo a comprar romero, ese arbusto de hojas arómaticas que se usa como condimento:" Se detuvo en el primer puesto, compró diez centavos de hojas de romero, y regresó, seguida por las miradas en hilerade aquel montón de indios."
Obviamente ese ramo de romero era muy poco y ésto fue lo que dijo all llegar con Susana San Juan: "Éste triste ramito de romero por diez centavos. No alcanzará siquiera para dar olor."
Al retirarse los mercaderes del tianguis, aparece el fervor religioso de la comunidad y como agradecimiento por las ventas, los indios entran al recinto religioso a dejar una ofrenda a la virgen de un manojo de tomillo: "Entraron en la lluvia con sus pesados tercios a sus espaldas; pasaron a la iglesia para rezarle a la virgen, dejándole un manojo de tomillo de limosna".
Inventario de la flora en Pedro Páramo:
Hojas de Toronjil
Flores de Castilla
Ramas de ruda
Yerba "La Capitana"
Hojas de Laurel
Azahar de los naranjos
Hojas de arrayan
Limones
Helechos
Yedra
Jazmines
Manzanilla
Romero
Tomillo
Ocote
Milpa Tierna
Magueyes
Alfalfa
Llanuras verdes
Espigas
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